jueves, 1 de julio de 1976

ENTREVISTA A JORGE LUIS BORGES - 1976

REVISTA EXTRA - AÑO XII - N° 133 - JULIO 1976
SE LLAMA BORGES: SE LE PERDONA TODO... HASTA SU RACISMO
Entrevista a Jorge Luis Borges en Tiempo Nuevo


Muchas de las cosas que surgen de los labios de Jorge Luis Borges horrorizarían si no fueran de Jorge Luis Borges. Su particular racismo contra los negros -olvidando quizás que alguna cultura egipcia empezó en la negrura o que aquí tuvimos al sargento Falucho y tantos negros que pelearon por nuestra libertad o por la libertad del mundo en los ejércitos norteamericanos de la segunda guerra mundial-, su fobia contra los indios, su odio contra los políticos -tal vez porque confunde políticos con demagogos- y su negación de la democracia y de la religión sólo pueden ser consumidos por una sociedad como la nuestra cuando su “dueño” es el “dueño” del talento. Y Borges, con quien no podemos compartir ni el 60% de sus “ocurrencias” o sinceridades, es realmente un “fuera de serie”. Sabe que por hablar mal de los negros corre el riesgo de no recibir jamás el premio Nobel, porque los negros cantan y votan en el mundo. Pero no le importa, la sinceridad ante todo. Y contra todo. Su sinceridad. No la verdad. Las otras noches en Tiempo Nuevo batió records de audiencia, de admiraciones, de adhesiones y de rechazos. Por si usted no lo vió ni lo escuchó, reproducimos respuestas fundamentales.

Bernardo Neustadt: ¿Cómo quiere que lo llame: Borges, maestro, Jorge Luis?

Jorge Luis Borges: Borges, a secas, porque ése es mi nombre. Maestro no soy de nadie.

Neustadt: Usted ha dicho que el mundo sin negros no pierde nada. ¿Porqué piensa esto?

Borges: Vamos a imaginarnos el mundo sin vascos -yo tengo bastante sangre vasco-, vamos a imaginarnos el mundo sin negros -que yo sepa, no tengo sangre negra-. Sería exactamente igual. Hay países que han dado mucho, entre los países modernos, desde luego. Es evidente que Italia, Inglaterra y Francia, mientras que es evidente que hay otros países que han dado menos, o casi nada. Eso es lo que yo he dicho, nada más.

Neustadt: ¿Qué pasa si por ahí se le descubre que tiene sangre negra?

Borges: Y, nada. Posiblemente la tenga. Pienso que no hay un individuo en el mundo de sangre pura. Puede haber algún esquimal, algún africano. Pero en general, las sangres están muy mezcladas.

Neustadt: Me decía hoy que usted encuentra al hombre americano solo. ¿Borges también es solo?

Borges: Sí, muchas veces me siento solo. Pero tengo amigos, pocos pero buenos; tengo gente que me quiere. Y tengo además un refugio que no todos tienen y es el hecho de que esencialmente soy un escritor. Mal escritor, buen escritor, eso no importa. Lo importante es poder refugiarme en la literatura, eso es lo que más me ayuda a escapar de la soledad.

Neustadt: Pero usted sabe que es un gran escritor.

Borges: No. Yo no creo ser un gran escritor. Sin salir de este país hay escritores muy superiores a mí. Yo me considero siempre un chapucero. Mal escritor, pero buen lector. He pasado la mayor parte de mi vida leyendo en diversos idiomas.

Neustadt: Le quiero hacer un pequeño test, muy breve. ¿Qué es para usted la democracia?

Borges: Para mí la democracia es un abuso de la estadística. Y además no creo que tenga ningún valor. ¿Usted cree que para resolver un problema matemático o estético hay que consultar a la mayoría de la gente? Yo diría que no; entonces ¿por qué suponer que la mayoría de la gente entiende de política? La verdad es que no entienden, y se dejan embaucar por una secta de sinvergüenzas, que por lo general son los políticos nacionales. Estos señores que van desparramando su retrato, haciendo promesas, a veces amenazas, sobornando, en suma. Para mí ser político es uno de los oficios más tristes del ser humano. Esto no lo digo contra ningún político en particular. Digo en general, que una persona que trate de hacerse popular a todos parece singularmente no tener vergüenza. El político en sí no me inspira ningún respeto. Como político.

Neustadt: Creo que hay casi una crueldad de su parte. El mundo está dirigido por políticos. Usted también es un político, es popular...

Borges: No. Yo no soy un hombre político. Si mañana me llamasen para ocupar un puesto político, porque me eligiesen o impusiesen, yo sé lo que haría: renunciaría inmediatamente. No entiendo de política, de igual modo que no entiendo de medicina, no entiendo de música, no entiendo de ingeniería, ni entiendo de cultura.

Neustadt: ¿Del amor entiende, Borges?

Borges: Sí. Desgraciadamente, sí.

Neustadt: ¿Cómo desgraciadamente?

Borges: Porque desgraciadamente pienso que trae más pesares que placeres. Ahora claro que la felicidad que da el amor es tan grande que más vale ser desdichado muchas veces para ser feliz algunas. ¡Es también una cuestión de estadística!

Neustadt: Vale la pena entonces ser desdichados muchas veces para ser felices un minuto?

Borges: Sí. Yo creo que sí. Yo creo que todos nosotros hemos sido muy felices con el amor alguna vez y también creo que todos hemos sido muy desdichados muchas veces. El amor le ofrece a uno esa incertidumbre, esa inseguridad del hecho de poder pasar de una felicidad absoluta a la desdicha; pero también de poder pasar de la desdicha a la brusca, a la inesperada felicidad. Pienso que es una experiencia y uno no debe rehusar experiencias.

Neustadt: Usted ha dicho en unos de sus libros: “Mis convicciones en materia política son harto conocidas. Me he afiliado al Partido Conservador”. Y más adelante agrega: “Creo que con el tiempo mereceremos que no haya más gobierno”. ¿Sigue pensando lo mismo?

Borges: Bueno, creo que por el momento necesitamos unos 200 años de dictadura, y después, desde luego, bastante más civilizados, prescindir del gobierno. Ser conservador es una forma de ser escéptico.

Neustadt: Dígame, ¿la libertad cuenta algo para usted?

Borges: No. Yo creo que se le ha dado demasiada importancia. Sobre todo, ya que la mayoría de la gente no sabe ejercerla. La ejercen de un modo bobo.

Neustadt: ¿Qué piensa del estudiantado argentino?

Borges: Pienso que no se diferencia en nada al del resto del mundo. Además creo que son mejores los métodos que se siguen aquí, que son los europeos, que en los Estados Unidos. Allí parece que todo se apoya en una de las facultades humanas que me parece deleznable, y es la memoria. Para un gran místico sueco, la principal facultad del cerebro era el olvido. La verdad es que recordamos demasiadas cosas.

Neustadt: ¿No será que lo mejor que tiene la memoria es la capacidad de olvido?

Borges: Sí, pero en ese caso podemos decir que el mayor defecto del olvido es que a veces incluye a la memoria.

Neustadt: ¿Ve en los jóvenes la posibilidad de algún cambio, a tantos errores que ya se han cometido?

Borges: Creo que los jóvenes como los adultos estamos totalmente a la deriva. Yo no sé qué puedo hacer para ayudar al país. Tengo la máxima voluntad y la mayor incapacidad.

Neustadt: ¿Usted en qué cree más: en el perdón o en la penitencia?

Borges: Por lo pronto, no creo en el perdón. Si yo obro mal, y me perdonan, el perdón es ajeno y no puede mejorarme a mí. De modo que ser perdonado no tiene importancia. Ser castigado, puede sí servirme. Puede ayudarme a pensar en lo mal que he obrado. Creo que hay un solo don que se aplicaría igualmente al perdón o a la venganza y es el olvido.

Neustadt: ¿Cómo se ve como argentino, como escritor, como ser humano?

Borges: Como argentino, tengo mi conciencia tranquila. Fui nombrado director de la Biblioteca Nacional por la Revolución Libertadora, porque sabían que no era peronista. Cuando volvió el gobierno de cuyo nombre prefiero no acordarme, renuncié. Como escritor, trato de escribir lo mejor posible, lo cual no es mucho. Como ser humano soy una especie de antología de contradicciones y errores. Pero tengo sentido ético. En fin, no espero ni castigos ni recompensas. El cielo y el infierno me quedan grandes.

Neustadt: ¿Lo espera el purgatorio entonces?

Borges: No, ninguna de las tres cosas. Espero desaparecer definitivamente. Y espero además no ser recordado. ¿De qué me sirve morir si van a seguir pensando en mí?

Neustadt: ¡Pero usted es un nihilista entonces!

Borges: Sí, desde luego, pero tranquila y burguesamente nihilista.

Neustadt: ¿Nunca juzga al fútbol?

Borges: Me parece una forma del tedio. Además al argentino no le gusta el fútbol. Le gusta ver ganar tal o cual cuadro. Fútbol así, no. Yo nunca he oído decir a la gente: “¡Caramba, yo soy de San Lorenzo de Almagro, pero qué bien ha ganado Boca! ¡Qué contento estoy!" Entonces el fútbol no les interesa.

Neustadt: ¿Para usted qué es ser amigo?

Borges: Es algo muy misterioso. Contar con una persona. Saber que esa persona puede contar con uno. Pero la amistad no significa la frecuentación.

Neustadt: ¿Es una forma de amor?

Borges: Yo no estoy tan seguro. Yo diría que el amor no puede prescindir de la amistad. Si el amor prescinde de la amistad es una forma de locura. Una especie de frenesí, un error en suma. Que en la amistad haya algún elemento del amor puede ser; pero son dos cosas diferentes. El amor exige pruebas sobrenaturales, uno querría que la persona que está enamorada o enamorado de uno le diera pruebas milagrosas de ese amor. En cambio la amistad no necesita de pruebas.

Neustadt: Si uno amó mucho y dejó de amar, ¿se puede ser amigo?

Borges: Sí, quizá eso mejore la amistad. Quizás después del amor quede siempre algo de amor, algo sentimental, algo especialmente grande.

Neustadt: Le voy a leer una frase suya...

Borges: ¡Y me arrepiento de ella de antemano!

Neustadt: En el “Informe de Brodie” usted dice: “Soy decididamente monótono”. ¿Sigue usted considerándose monótono?

Borges: Yo veo que estoy más o menos siempre escribiendo el mismo cuento. Tengo siempre tres o cuatro argumentos de cuentos y los voy sometiendo a tratamientos distintos. Los digo con una inflexión distinta, los sitúo en distintas épocas, distintas circunstancias, y ya son nuevos.

Neustadt: ¿Qué es un hombre inteligente?

Borges: Realmente, no sé. Muchas veces cuando uno dice que tal o cual persona es inteligente se refiere más a que es ocurrente, que tiene algo que decir de un tema inmediatamente. Esa persona puede no ser inteligente. La inteligencia puede ser lenta.

Neustadt: ¿Usted es inteligente?

Borges: Si me dan algunos años para pensar, soy inteligente. Si me hacen preguntas como las suyas, inmediatas, soy más bien estúpido.

Neustadt: Quisiéramos que nos hablase un poco de la honestidad.

Borges: La honestidad es tan rara que uno tiene pocas ocasiones de estudiarla. Pero creo que toda persona tiene algo de ejercicios honestos. Por ejemplo yo sé que mi vida ha sido una trama de errores. He pasado gran parte de ella comprobando que los demás tenían razón; sin embargo, he tratado de ser honesto, de no mentir más de lo necesario. Parece que no puede vivirse sin mentiras. No ignoro cínicamente, pero creo haber obrado bien. De modo que me considero una persona proba. He sido indiferente, he sido cruel, sí, pero por estupidez, por negligencia.

Neustadt: ¿Por qué los argentinos somos un fenómeno de a uno y un desastre en grupo? Lo tenemos a Borges, a Vilas...

Borges: Vilas es un hombre desconocido para mí, pero supongo que tiene méritos. Pero sí, es raro. Probablemente porque somos un país de individualistas, respondiendo a nuestra herencia española. Mi padre era un anarquista, individualista. Yo me crié bajo la misma línea.

Neustadt: ¿Qué es la patria?

Borges: La patria es algo que se siente, no puede definirse. Yo la siento muy profundamente. Si la definimos, estamos diluyéndola en palabras.

Neustadt: Borges, ¿cuántos idiomas habla?

Borges: Yo creo que uno, el español. Ahora, yo puedo expresarme en inglés, en alemán. Luego la suerte me dio dos idiomas más: el latín que estudié cinco años en la Universidad y el francés, ya que me eduqué en Ginebra. Sé italiano y portugués como lo saben todos aquellos que hablan el español. Cuando perdí la vista, en 1955, pensé que eso tenía que ser el principio de algo; recordé que yo llevaba en la sangre un idioma que ya se dejó de hablar hace siglos, el Old English o inglés antiguo. Entonces estudié este idioma sajón. Ahora he pasado al estudio de islandés, afín al anglosajón, pero con una literatura más compleja.

Neustadt: ¿Por qué le gusta tanto Islandia?

Borges: Me gusta su literatura: es una de las más complejas y también de las más desconocidas. Además Islandia es un país admirable. Yo estuve dos veces y creo que me sentiría feliz viviendo allí.

Neustadt: Pero quédese aquí...

Borges: Sí, por el momento estoy aquí, pero soy islandés honorario o trato de serlo. En Islandia tuve una gran satisfacción: salió una noticia en los diarios donde se me nombraba como ”el gran trovador escandinavo”. Confieso que me llenó de orgullo.

Neustadt: ¿Le gusta ser trovador, no?

Borges: ¡Sí, pero además trovador escandinavo!

Neustadt: Esta pregunta puede parecer cruel, pero no lo es, y es cristiana. El día que usted pueda volver a ver bien, ¿qué es lo que le gustaría volver a ver?

Borges: Vacilo entre dos contestaciones: algunas caras, algunos libros. Quiero leer poesía, en alemán.

Neustadt: Las caras ¿le gustaría que fueran de mujer o de hombre?, ¿jóvenes o maduras?

Borges: ¡Por raro que parezca yo diría de mujeres, de mujeres jóvenes! (Y agregó en voz baja: si llego a decir que quisiera ver a un hombre ¿sabe lo que dirían de mí...?)
Bernardo Neustadt

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ENTREVISTA A TATO BORES - 1976

REVISTA EXTRA - AÑO XII - N° 133 - JULIO 1976
“CLASE MEDIA NUNCA MAS DESCANSA EN PAZ, POR SIEMPRE JAMAS”
Entrevista a Tato Bores



Tato, como siempre, está apurado. Las palabras parecen salir a borbotones mientras ensaya incansable. En un costado del escenario se toman las medidas a las chicas que participarán en el show. Se necesitan trajes nuevos. Se escucha un piano repasar la misma partitura, una y otra vez. Tato la tararea contento entusiasmado. Las últimas indicaciones de la directora, Lía Yelín, parecen dar los toques finales a un espectáculo que sin duda será un éxito. Tato Bores estrena “Pobre Tato”. Un show distinto. EXTRA quiso saber todo. Por eso nos acercamos a él, dialogamos, preguntamos. Tato respondió. Sin miedos, sin tapujos. ¿Sus respuestas? Aquí están.

Extra: Cuénteme un poco, ¿cómo es el show?

Tato Bores: Bueno, este es un show que se llama “Pobre Tato”, o quizás, todavía no estoy seguro, “El gran Tato”, para no ser tan pesimista. En él toco la actualidad en lo que hace al hombre medio, de ahí el nombre de “pobre o gran Tato”. Es decir, hablo sobre todos los inconvenientes cotidianos con que debe enfrentarse la clase media. Este es además un tema que no es exclusivo mío, lo han tocado muchos antes, sólo depende de la gracia que cada uno le ponga, el enfoque que le dé. Las ideas son mías y de Jorge Schusshein. Yo hago cuatro monólogos largos y después tengo seis chicas que cantan y bailan. Creo que es lindo.

Extra: ¿Lo llamaron para hacer televisión?

Bores: No, televisión, no. Mientras trabajo con esto ni se me pasa por la cabeza. Ni a mí, ni a nadie.

Extra: ¿Algún problema?

Bores: En fin, se puede decir que hubo un problema, pero ya está superado. Me rajaron en 1974 y acá estoy. Trabajo en el teatro y con eso está bien. Me alcanza y me sobra en cuanto a trabajo se refiere; realmente no podría en este momento ocuparme de otra cosa. Hacer lo que hago y memorizar todas las semanas ese libreto infernal que yo memorizaba es casi imposible.

Extra: ¿Cree que el argentino de cualquier ideología que sea acepta el humor o ser tomado en broma?

Bores: Decididamente, no; la prueba está que me rajaron en el ’74. Pienso que no todos aceptan el humor. O tal vez me convenga decir que sí... ¿Quién sabe?

Extra: La gente que hoy nos gobierna, ¿acepta el humor?

Bores: No puedo saberlo porque nunca hice el experimento. Además, no estoy dedicado a eso en este momento. Habría que preguntárselo a quienes se dedican a eso ahora. Yo estoy haciendo un espectáculo de teatro y si bien hablo de política, no me intereso por la temática actual. Es decir, es como un recuento de lo que ha sucedido hasta el 24 de marzo de este año y también algunas cosas de este momento, pero que no tienen nada que ver con las autoridades.

Extra: ¿No habla por miedo a la censura?

Bores: No, ese no es el problema. Yo ya no tengo nada que ver con esto, lo tuve en el ’74 y ya no más. Lo que pasa es que yo no puedo hacer chistes de política mientras la política no existe. Por el momento la única política que existe es la oficial. Por esto no hay un juego abierto en el que yo le pueda hacer un chiste al Gobierno y otro a la oposición.

Extra: Y al país, ¿cómo lo ve?

Bores: Pienso que está enfermito un poco, ¿no? Pero ya saldremos, hay que tener paciencia nada más y esperar.

Extra: ¿Usted está fundido después de 2 años sin trabajar?

Bores: ¿Yo? No. No estoy fundido, pero lógicamente, tengo que trabajar, no me queda más remedio.

Extra: ¿Por qué no acepta la invitación de ir a Tiempo Nuevo?

Bores: ¿En televisión? Ocurre que mucho periodismo me encasilla dentro del humor político exclusivamente y yo ya me salí de eso el año pasado, de alguna manera, pese a tocar siempre algunas cosas. Además las preguntas que se me formularían en el programa serían cómo veo yo al país o cosas por el estilo. ¿Y quién soy yo para contestar? Soy sólo un ciudadano sin más autoridad para contestar que otro cualquiera. Hay en cambio otras personas que se han dedicado más a esto. Mi opinión es la misma que puede dar alguien en un negocio, en la calle...

Extra: ¿Cómo le gustaría ver a la Argentina de sus hijos?

Bores: Voy a caer en un lugar común. Quiero una Argentina próspera, pacífica, como era cuando yo era chico. Pero el mundo entero está convulsionado y eso influye. Además ahora ya no hay distancias como había antes. Europa parecía tan lejos, los medios de transporte y comunicación eran por supuesto más precarios. Con los adelantos el mundo parece achicarse. La Argentina no está sola, es un concierto de naciones y cada una toca su nota.
Bernardo Neustadt

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